Por Ernesto Martinchuk
“La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria”. Voltaire
Es triste ver como la argentina dormita en el confín del mundo, olvidada de la suerte, sobre la inmensa fertilidad infecunda de sus pampas y de la improductividad de sus caudalosas corrientes, mientras la humanidad alcanza una de sus más vastas y profundas convulsiones. La decadencia de los gobernantes argentinos se acentúa con violencia tal, que en el país todo, ha penetrado el sopor. Todo resplandor, toda novedad que aparece, por tenue que pareciese, es súbitamente aprisionada por la avaricia y la pereza gubernamental, y entre uno y otro extremo, la población languidece y se borra sin ninguna esperanza de reacción y mejoramiento.
Estamos siendo testigos pasivos de cómo el peronismo y todos sus ismos, está acabando con la calidad educativa y prolongando la adolescencia sin responsabilidades. Un nuevo ajuste en Educación es un nuevo paso atrás. Como sostenía Robespierre: “El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes”.
Mientras tanto, se “perdieron” millones de datos provisorios del censo, pero, si no estudiaste, igual pasas de grado. Si no trabajas, tienes asegurada tu asignación. Si nunca aportas, tendrás asegurada tu jubilación. La meritocracia no existe, la militancia ignorante ocupa lugares.
A todo esto, este sistema de gobierno le está pagando a la gente para que fracase. En la medida que fallan reciben dinero, en la medida en que tienen éxito, se les quita. Esto se multiplica en todo el país, donde también se multiplican la pobreza y el subdesarrollo.
Esto hace aún más visibles una crisis del sistema alimenticio, una crisis de la ciencia, una crisis migratoria, una crisis de gobernanza y una crisis económica que están conectadas entre sí y que componen la crisis sistémica a la que se enfrenta la argentina.
Lo único que pretenden, como vemos a diario, es que se trabaje menos, se estudie menos pero que el odio sea cada vez mayor. Este gobierno siempre busca culpables y siempre miente. Siempre el culpable es el otro. Han creado una división entre los sexos cuando en realidad los dos sexos se complementan, no son enemigos como lo muestran las consignas feministas. Hoy estamos todos enfrentados con todos: lo público con lo privado, la empresa y con los trabajadores, el rico con el pobre, y ahora somos testigos de cómo están deteniendo a personas que piensan distinto. Estamos ante el gobierno más caro de la historia de la democracia que ha puesto en juego el futuro de varias generaciones.
Estrategias de manipulación
Según Naom Chomsky, - profesor emérito de lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts- algunas de las manipulaciones mediáticas son las siguientes:
-Distraer: Evitar que la gente se fije en los temas importantes de verdad.
-Crear problemas: Para después ofrecer soluciones.
-Gradualidad: Imponer normas inaceptables poco a poco para evitar revoluciones.
-Diferir: Es más fácil asumir un sacrificio futuro que uno inmediato.
-Infantilizar: Tratar a la gente como a niños.
-Idiotizar: Hacer creer que ser estúpido, vulgar y mediocre, es una moda.
-Emocionalidad: Fomentar que la gente sea más emocional que crítica.
-Autoculpabilidad: Hacer que los individuos se depriman, inhibiendo así sus acciones.
Estimado lector saque Ud. sus propias conclusiones… En cierta oportunidad un dirigente peronista manifestó en una reunión: “…sabemos que está mal, que no corresponde, pero igual lo hacemos y así vamos ganando tiempo… Si el tema se judicializa existen ciertos mecanismos legales para demorar la sentencia y siempre sostendremos que desconocemos la norma”.
La corrupción
Todo el cuerpo social nacional está contaminado de la corrupción en todas sus formas. Y no es propiedad de un único gobierno o grupo social. Proclamados conservadores y autodenominados “progresistas” no ocultan sus miserias. Grave es que la sociedad haya incorporado la picardía de los corruptos como integrante de un paisaje argentino sin signos importantes de cuestionamiento central. Es dramática la afirmación de muchos intelectuales: nuestra corrupción es una suerte de cáncer social causante de injusticia y de muerte.
Es necesario entender la encrucijada y el grave problema que plantea para el país la corrupción, ver su dimensión completa y compleja. Porque no es sólo un sobre con dinero de un empresario a un funcionario público. Es mucho más que esas fotos. La corrupción está enquistada en el corazón mismo de las instituciones de la República, en senadores y diputados, en el club del barrio, la cooperadora de la escuela, en administración del consorcio de un edificio, en el mundo empresario, sindical, comunicacional, académico y cultural. Es decir, está presente y muy viva en la sociedad argentina, que, a su vez, acepta con resignación que es un mal con el que necesariamente hay que convivir y nada se puede hacer.
Esta cultura funciona gracias a un sofisticado mecanismo amparado en leyes y normas administrativas creadas a su medida, por eso nos invade sin que se la pueda percibir y probar. Para muchos es un modelo de éxito personal; tiene categorías, jerarquías, jefes, escuelas, estructura de informantes, operadores y gerentes. Lo perverso es que su dominio se basa en hacer cómplices a todos aquellos con los que se vincula, neutralizando así cualquier rebeldía.
Necesitamos terminar con este mal que devora miles de millones de pesos que podrían solucionar muchos de los problemas crónicos que tenemos. La fuerza movilizadora del cambio está en cada uno de nosotros si nos decidimos a llevar adelante una revolución interna, pacífica pero implacable. “Un pequeño grupo de espíritus determinados, inspirados por una fe inextinguible en su misión, puede alterar el curso de la historia”, como enseñó Mahatma Gandhi.
El primer paso es la resistencia individual a aceptar toda práctica corrupta. Como ciudadanos, además, debemos usar el voto en las elecciones para expulsar del poder a sus gerentes. Una sociedad no se define como desarrollada por la riqueza que tiene sino por la pobreza que no tiene.
Acciones necesarias para que Argentina salga de este letargo que lleva décadas con la complicidad de gobernantes, políticos, sindicalistas y muchos ciudadanos:
-Reforma Sindical
-Reforma Laboral
-Reducción de Ministerios y oficinas de gobierno. Agencia Télam, Radio y TV Pública, publicidad oficial.
-Reducción de Diputados y Senadores. Asesores y personal del Congreso, como también de legislaturas y municipios de todo el país.
-Quita de impuestos
-Corte de subsidios.
-Liberación de mercados
-Incentivar campo, industria y Pymes
-Privatizar AAA y trenes
-Mejorar la Seguridad y aplicar la Ley y la Constitución Nacional.
-Independencia de los 3 Poderes
-Boleta Única Papel
-Eliminación cuota sindical obligatoria
-Pruebas Aprender y exámenes a docentes
-Control de escolaridad, comida, vacunación, transporte y útiles gratuitos en escuelas públicas
-Doble escolaridad con idiomas, matemática y dibujo.
-Servicio de instrucción y aprendizaje de oficios para adolescentes. Prácticas profesionalizantes.
-Eliminación AUH por embarazo
-Eliminación del pago por nacimiento de hijo y por matrimonio o concubinato.
-Control de pensiones por enfermedad y discapacidad.
-Control de pensiones y asistencia de salud a extranjeros.
Un país sin estadistas
Los estadistas son gobernantes extraordinarios que sólo surgen en tiempos de profundas crisis o en épocas de transición, que por lo general implican transformaciones radicales o virajes históricos, ya sea para proteger a una sociedad o para hacerla avanzar hacia el progreso.
Es decir, son aquellos líderes cuya sensibilidad los hace comprender antes, con más lucidez y más profundidad, una nueva situación histórica: intuyen los problemas rápidamente y actúan en consecuencia.
En cambio, el gobernante ordinario actúa en tiempos de calma cuando la sociedad solo necesita conservar la cohesión y la marcha normal del país, por lo que su actuación no requiere de condiciones personales extraordinarias, ni la aplicación de medidas radicales que estremecen los cimientos de la sociedad.
El líder influye en los demás. Su liderazgo puede ser coyuntural o limitado. Puede trascender el presente y las fronteras. Puede ser líder por autoridad moral y/o política, por el Poder o por la capacidad para asignar los recursos de un Estado.
El liderazgo puede ser utilizado a favor o en detrimento de los pueblos. Para fortalecer la democracia o limitarla.
Todo depende de la visión del líder, y del tipo de influencia que sobre él mismo tengan sus allegados, y los intereses que representen. El Estadista es un fiel intérprete del interés nacional. Con frecuencia toma decisiones de alta calidad, pues casi siempre elige políticas u opciones que minimizan costos, riesgos y recursos, y libran a las naciones de cometer errores que se traduzcan en descalabros económicos y sacrificios inútiles.
Los estadistas fijan el momento de la acción decisiva, basándose en un sereno análisis científico aportado por sus más inteligentes colaboradores, pero también son capaces de aprender de sus errores y de las experiencias del pasado.
“Ningún presidente ni alcalde "hereda problemas". Se supone que los conoce de antemano y por eso se hace elegir, para gobernar con el propósito de corregir esos problemas. Culpar a los predecesores es la salida fácil y mediocre de los malos gobiernos. Si no pueden, no se postulen”.
Reforma del Estado
Nuestro país, si bien en el ideario común funciona dentro un federalismo democrático, internamente se maneja con reglas de juego más bien unitarias. Muchas provincias viven regímenes feudales, cuyos gobernantes, perpetrados en el poder durante más de 30 años, buscan alterar las normas electorales en su favor y, desde el poder, controlar los medios de comunicación, el Poder Judicial y el empleo público, entre otras cosas, para asegurarse una hegemonía. Formosa, Santa Cruz, San Luis, Santiago del Estero y La Rioja son algunos de los casos, donde la clave para que se sostengan estos modelos es la renta fiscal que reciben de la coparticipación federal y que -en buena medida- aplican a fines populistas. Los gobernadores son los dueños feudales: gobiernan, controlan todo y someten –en muchos casos- su apoyo al Ejecutivo en el Congreso al dinero que reciben. Donde el Estado es económicamente dominante, es difícil que haya democracia y cuando se está rodeado de pobreza no se tienen aspiraciones.
La burguesía cristinista ha creado una “cultura” que se ha impregnado en las mentes de los explotados hasta “naturalizarla”. A través del relato, el PJK ha creado una “secta” donde la única verdad es la que emana del líder, y l enemigo a combatir es aquel que piensa distinto.
El cambio no va a surgir de esta clase política acomodada, que hace uso del tráfico de influencias… trabajando para su propio interés y beneficio. El país necesita otro planteamiento de la política que, hace mucho tiempo, está alejada de las necesidades de los ciudadanos. Es necesario empezar a valorar a las personas por lo que realmente valen, por sus ideas, y honorabilidad. Debemos empezar a pensar en la salida sabiendo que nos enfrentaremos a dilemas éticos, filosóficos, políticos y sociales trascendentales para todos.
El sensacionalismo ha cobrado mayor peso que la información referente al desarrollo tecnológico, la cultura, la educación, la salud, el desarraigo, la migración interna, la planificación urbana y rural, el agua, las fuentes de energía, la minería o problemas que hacen a la calidad de vida vigentes en el país todo. Nos han enseñado a vivir el presente sin proyectarnos hacia el futuro como personas y como país. La clase dirigente, también los empresarios y muchos destacados medios y “periodistas” sólo se ocupan de salvaguardar sus intereses y no perder la pauta de publicidad. La oportunidad llama una vez, mientras que la tentación, está siempre presente.
“Las mentes fuertes discuten ideas, las mentes promedio discuten eventos, las mentes débiles discuten sobre personas” afirmaba Sócrates.
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