Se equivocan, los que creen con ingenuidad o malicia que hay separatismo propio y otro extraño y que su daño y calamidad no castigan màs que a otros.
Mismo credo, mismos objetivos. Los que, como España, tienen la tremenda suerte de no tener a una Argelia por vecina pueden sentir tentaciones de interpretación. Pero los que, como Marruecos, victimas, desde hace casi medio siglo, de la schizophrenia argelina y antes libia (el difunto coronel Gadafi) de grandeza y de hegemonismo conocen el horror separatista y las perversas intenciones de sus promotores.
Pero, eso sí, la única diferencia entre los separatismos consiste en que hay separatismos por “convicción” o por “reconversión” y separatismos, como la milicia del Polisario al servicio de agendas desestabilizadoras y de ajustes de cuenta de otros, en este caso, la junta militar argelina. No obstante, sus factores comunes son que ambos son depravados, infames y corruptos.
Marruecos lo ha sabido por padecerlo. Por ello, su postura de principio es combatir el separatismo de “otros” como combate el separatismo propio.
Hoy por hoy, el mundo es testigo de que el Reino ha tenido un impresionante éxito en su combate de esta lacra, contribuyendo incluso a su derrota y a frenar su extensión en el país y fuera de él.
Así las cosas, los que creen poder enderezar esta situación hacen falsas ilusiones. Marruecos del 2023 no es el Marruecos de los anos 70 y no va a ser el Marruecos del futuro.
Fuente: infomarruecos.ma
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